PRIMER SEMINARIO
NATURALEZA-SOCIEDAD:
MIRADAS
MULTIDISCIPLINARIAS
Presentación
La sociedad humana está
presente en la Tierra desde hace unos 200,000 años, a lo largo de todo este
tiempo su pervivencia se debe a la habilidad de hacer uso de los recursos naturales
que encuentra en su rededor; esta capacidad le ha propiciado la permanencia en
el planeta. Con ello tiene ocurrencia lo que se denomina relación
naturaleza-sociedad, una interacción obligada para la especie humana, en su
andar en pos de la vida. Así la sociedad humana, desde la prehistoria hasta la
vida moderna, ha pasado por una diversidad de situaciones donde los cambios
sociales han sido la constante; cambios que evidencian una evolución,
socialmente hablando, en las relaciones sociales y el uso de la naturaleza. Al
día de hoy, la relación naturaleza-sociedad está inmersa en una dinámica
vertiginosa difícil de explicar; fundamentalmente porque la sociedad humana
consume mucho recurso natural, el cual parece estarse acabando; lo que se
traduce en retos de supervivencia para la humanidad.
Para esto, varias disciplinas científicas se han acercado a la relación con el afán de comprender qué, cómo, por qué ocurre. Sin embargo, generalmente, en los estudios de naturaleza y sociedad, éstas se han asumido como polos opuestos ‘lo natural’ y ‘lo social’. Lo que tal vez resulte en un acercamiento fragmentado de la realidad de la relación naturaleza-sociedad. Ante ello, se sugiere que naturaleza y sociedad sean vistas y asumidas como un solo ente, una integración indisoluble; inentendible una sin la otra. Donde el abordaje científico sea necesariamente compartido por los grandes ámbitos del conocimiento, la ciencia natural y la ciencia social. Para ello es obligado el ejercicio reflexivo capaz de trascender fronteras tradicionales de las ciencias, ya que naturaleza y sociedad como sistemas de operación compleja invitan a explorar una ciencia de lo intrincado para comprender su interacción.
Con la intención de conocer las ópticas académicas al respecto, El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana (UV), El Centro de Investigaciones Interdisciplinarias Sobre Desarrollo Regional de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (CIISDER-UAT) y el Instituto de Investigación Social Básica y Aplicada A.C. (INSOCIAL) convocan e invitan al PRIMER SEMINARIO NATURALEZA-SOCIEDAD: MIRADAS MULTIDISCIPLINARIAS.
El seminario intenta ser el escenario donde el diálogo entre saberes divergentes y convergentes ocurra, con la firme intención de generar nuevas posiciones científicas para la relación naturaleza-sociedad. Para esto el seminario operará bajo la modalidad de clases magistrales, y está dirigido a estudiantes de nivel superior.
Objetivos
1)
Crear un espacio de discusión entre académicos,
estudiantes y organizaciones no gubernamentales que estén interesados en
analizar la temática de las “Interacciones Naturaleza-Sociedad” de México.
2)
Analizar y discutir los cambios globales y sus efectos
locales en términos de interacciones naturaleza-sociedad alrededor de cuatro
ejes temáticos: a) Filosofía y Epistemología, b) Sistemas Complejos, c)
Economía Ecológica y c) Ecología Política.
3)
Tener un mayor acercamiento entre instituciones que
trabajan perspectivas disciplinarias diferentes con el fin de crear sinergias
para abordar problemas locales que son producto de políticas globales.
4)
Proponer acciones para que este Seminario sea
organizado en forma anual o bianual, rotando las sedes de su presentación.
Comité Organizador:
Dra. Ana Minerva Arce
Ibarra (CCRN / ECOSUR)Dra. Giovanna Mazzotti Pabello (UV)
Dr. Alberto Conde Flores (CIISDER-UAT / INSOCIAL)
M. C. Guillermo Montoya Gómez (ECOSUR)
Lugar: Facultad de Sociología / Salón Librado Basilio, Unidad de Humanidades / Universidad Veracruzana
Dirección: Francisco Moreno esq. Ezequiel Alatriste, Col. Franciso Ferrer Guardia. Xalapa de Enríquez, Veracruz, México
Fechas: 22, 23 y 24 de abril de
2015.
Temas/Mesas:
FILOSOFÍA-CIENCIA, Coord. Lic. en Fil. Arturo Montoya Hernández
ECONOMÍA ECOLÓGICA, Coord. Dra. Ana Minerva Arce Ibarra
ECOLOGÍA POLÍTICA, Coord. M. C. Guillermo Montoya Gómez
SISTEMAS COMPLEJOS: ESPACIO, PAISAJE Y SOCIEDAD, Coord. Dr. Alberto Conde Flores
FILOSOFÍA-CIENCIA, Coord. Lic. en Fil. Arturo Montoya Hernández
Filosofía y ciencia, entendidas como disciplinas que pretenden
lograr una comprensión cierta de la realidad, formaban en su origen histórico,
una misma línea de pensamiento humano en su apertura interrogante al mundo. La
separación entre ellas se concretó con el pensamiento moderno, enfoque de
escisiones que a la par de taxonomías metódicas para diferenciar las distintas
áreas de conocimiento posible, construyó la oposición entre sujeto y objeto.
Las ventajas operativas para la investigación derivadas de las distinciones
modernas, han permitido generar profundidad y estructura en los diversos
estudios, al realizar avances significativos en las ciencias básicas y su
aplicación técnica. Una mirada a la historia de la ciencia parece apoyar el
optimismo en el progreso del conocimiento, de su avance con respecto a lo
ignoto.
Pero hay un lado oculto tras los triunfos del pensamiento moderno.
La ciencia ha generado en su envés, sin el aporte interpretativo y cualitativo
que la filosofía trae de suyo, un enorme territorio de invisibilidad, donde los
efectos no deseados del conocimiento sesgado y de la relación sujeto-objeto,
comienzan a estallar. Los métodos conocidos se vuelven insuficientes, la
realidad aparece en su dimensión de complejidad, y las nuevas preguntas parecen
no tener respuesta desde los paradigmas tradicionales. De ahí que la revisión
crítica de las separaciones se vuelve fundamental, para construir un nuevo
mixto que incorpore los enfoques y capte la luz de los puntos ciegos legados
por la tradición. Esta necesidad crítica del nuevo pensamiento
científico-filosófico, requiere no sólo repasar los elementos metódicos y
epistemológicos, implicados en la actividad científica. Hace falta un diálogo
abierto con las implicaciones de la modernidad, en la reconfiguración de lo
político y lo ontológico que la ciencia (filosofía de la naturaleza) contrapuso
a las visiones comprehensivas de la religión, en las instituciones políticas
que fundó, en el reparto de lo sensible que hizo hegemónico y naturalizó. La
crítica se abre a las alternativas, a otros modelos posibles de configuración
de lo real y de lo humano.
ECONOMÍA ECOLÓGICA, Coord. Dra. Ana
Minerva Arce Ibarra
Desde de la década de los 70’s varios movimientos ambientalistas
han enarbolado que existe una notoria degradación del ambiente en varias partes
del mundo. En los siglos XX y XXI, la sociedad moderna reconoce que vive en una
crisis civilizatoria en términos económicos, sociales y de los ecosistemas
(ambiente). Desde la primera década del siglo XXI, se sabe que el calentamiento
global es producto tanto de causas naturales como de efectos antropogénicos.
Por su parte, la academia ha criticado fuertemente al crecimiento económico de
las naciones (p.ej. al producto interno bruto) y su efecto en el ambiente. En
particular, los 60’s los trabajos de Kenneth Boulding y Herman Daly enfatizaban
la causa-efecto entre economía y ecosistemas. Boulding es uno de los
economistas precursores que mencionaron que el comportamiento económico de la
sociedad está inmerso o que es parte de un sistema mayor, el planeta tierra.
Posteriormente, a mitad de la década de los 70’s y a principios de los 80’s
hubo un fluido intercambio de ideas entre ecólogos y economistas de América del
Norte y de Europa, hasta que acordaron crear o trabajar en un nuevo campo del
conocimiento, el cual se fundamentaría a partir de la fusión de la economía y
la ecología, al cual llamaron Economía Ecológica (EE). Este nuevo campo se
reconoce como transdisciplinario, dado que en este se crea nueva teoría y
conceptos para abordar el uso de los ecosistemas tomando en cuenta su capacidad
de mantenimiento y de absorción de desechos. Por ejemplo, además de que se
reconoce que la economía es sólo parte (subsistema) de la biosfera, en la
teoría del valor de la EE, que en la economía convencional se usa la teoría del
trabajo con los valores de uso y de cambio, este nuevo campo añade el valor de
la naturaleza. Este nuevo valor se refiere a la biomasa generada por la energía
solar, por ejemplo en términos de la Productividad Primaria Bruta (PPB) que se
mide en las plantas. Otros conceptos nuevos son la Huella ecológica, la Deuda
ecológica y se diferencía la sustentabilidad en términos de “sustentabilidad
fuerte” y “sustentabilidad débil”.
Adicionalmente, los enfoques de la EE también toman en cuenta la equidad
intergeneracional en la asignación y distribución de beneficios, y el
conocimiento local.
ECOLOGÍA POLÍTICA, Coord. M. C.
Guillermo Montoya Gómez
La apropiación, distribución y aprovechamiento de los ecosistemas,
no han sido ajenos a los mecanismos y estructuras de poder económico y
político. Desde la acumulación originaria del capital (Marx, 2014) hasta el
despojo y la reprivatización de los recursos, que muchos países y comunidades
experimentan hoy en día, ha estado determinado por el dominio de clase, la
lógica de la ganancia y los mercados. Este último se ha erigido en un ente
sobre el que giran los nuevos valores del ser humano. Efectivamente, a raíz de
la globalización, catapultada sobre el postulado del fin de la historia, el
capitalismo capeó y dio un paso ulterior, no sólo en los centros financieros y
urbanos; sino sobre el resto de recursos naturales aun intocados, al menos no
como el capital hubiese deseado, atravesaron fronteras tangibles e intangibles.
En una especie de lo que de Sousa denomina el cosmopolitismo subalterno el cual
se manifiesta a través de “Iniciativas y
movimientos que constituyen la globalización contrahegemónica. Consiste en el
conjunto extenso de redes, iniciativas, organizaciones y movimientos que luchan
contra la exclusión económica, social, política y cultural generada por la encarnación
más reciente del capitalismo global, conocida como globalización neoliberal”
(de Sousa, 2014:39).
Frente a esta avalancha de acumulación por desposesión (Harvey,
2005), las comunidades, dueñas legitimas del agua y los ríos, los bosques y
selvas, las montañas y valles, los mares y manglares, se han organizado para
hacer frente a la desmedida avaricia de los dueños del capital. Movimientos
sociales anticapitalistas, frentes de defensa de la naturaleza (la pacha mama)
y otras tantas figuras asociativas fueron emergiendo en contra de la
mercantilización de la tierra. Martínez-Allier lo denomina el “ecologismo de
los pobres” (Allier, 2010). Tan sólo en México un 10% de indígenas y campesinos
que viven en áreas rurales poseen un 70% de los ecosistemas forestales (2014,
http//www.downearth.org.in). Empero, desde la óptica de los empresarios, es una
población excedente de muy baja productividad, que si acaso genera muy pocos
aportes al PIB nacional, por lo que debería de desaparecer (2014, Nexos). Sin embargo
esos rústicos, barrocos que aún festejan con alegría y risas los carnavales,
sin traumas y atendiendo a Dionisios, que a los ojos de los occidentales los
ven como antimodernos y retrógrados diría (Bartra, 2006), conservan muchos de
los ecosistemas que nos brindan sus indispensables servicios ambientales. Sus
costumbres milenarias han sabido muy bien producir y reproducirse en esos
ambientes, construyendo saberes que les ha permitido conservar de manera sustentable sus recursos naturales
(Toledo, 2013).
La economía neoclásica ha echado mano de dos planteamientos que le
han servido de caballo de batalla en sus argumentaciones para impulsar la
privatización: la tragedia de los comunes y la ineficiencia del estado (Ostrom,
2011). No obstante, la negación de que el mercado también tiene fallas y fallas
profundas, ha dejado constatado que, más bien hay una tragedia de la
privatización. Que la definición de los derechos de propiedad ha servido más
para el mejor postor y no al bien común.
Como postularía Polanyi (1992), hay dos recursos que no se
producen: los recursos naturales y el trabajo, pero la economía neoclásica los
sigue considerando como factores de la producción y los concibe como si fueran
mercancías producibles. Este sesgo en la lectura de la realidad, producto del
uso excesivo de un corpus teórico sustentado más en modelos matemáticos, que en
la praxis cotidiana, nada más y nada menos que nos ha conducido al fenómeno del
cambio climático.
SISTEMAS COMPLEJOS: ESPACIO, PAISAJE Y SOCIEDAD, Coord. Dr. Alberto Conde Flores
Una vez ocurrido el triunfo de la ciencia occidental, el
mecanicismo herencia de la Ilustración, el conocimiento científico enfoca sus
baterías a la explicación de la realidad, emulando la búsqueda de la verdad
propuesta por el pensamiento griego; en este contexto el positivismo se
encumbra como el método para acercarse a la realidad y dar cuenta de la misma.
Al paso del tiempo, la epistemología del siglo XX descubre que la realidad
sigue estando ajena en los tratados científicos, a pesar del empirismo;
iniciándose la crítica a la manera inductiva de abordar el mundo real. Con ello
surgen propuestas distintas de realizar ciencia, una de éstas intenta operar
holísticamente, viendo a la realidad como el todo integrado que es: la visión sistémica,
los sistemas complejos. La proposición dice que cuando se está ante una(s)
interacción(es) es cuando se puede hablar de sistema, es decir se trata de
descubrir, de ubicar las relaciones y las resultantes de las mismas al momento
de construir y abordar un problema de investigación. Resaltando que lo
fundamental son las interacciones, no los elementos en interacción. La idea
lleva unas décadas caminando, sin embargo, aun no ha logrado incursionar
adecuadamente en las ciencias sociales, y las ciencias naturales y exactas son
ajenas a lo cualitativo y subjetivo.
Para el caso de la relación naturaleza-sociedad,
se parte del supuesto de que dicha interacción tiene un escenario: el espacio;
con ello se construye un modelo teorético donde convergen esferas como son: el
espacio, el paisaje, el análisis de paisaje, los sistemas complejos, la
relación naturaleza-sociedad y las ciencias sociales.